Ambos caminaban despacio
tomados de la mano,
el mar era a sus pies
la mansa caricia del oleaje,
que llega moribundo
hasta desangrarse sobre la arena.
Era la primera cita...
Ella lo abrazo y de pronto
se dio cuenta que su instinto femenino
la había orientado correctamente.
hasta los brazos de un poeta
que rimo sus versos
citándola en cada estrofa
tomados de la mano,
el mar era a sus pies
la mansa caricia del oleaje,
que llega moribundo
hasta desangrarse sobre la arena.
Era la primera cita...
Ella lo abrazo y de pronto
se dio cuenta que su instinto femenino
la había orientado correctamente.
hasta los brazos de un poeta
que rimo sus versos
citándola en cada estrofa
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